

La calle Imperial, en honor al emperador Carlos V, se llamó así desde el siglo XV hasta 1858, cuando se cambió por la de Antonio Pérez. Fue en 1940 cuando volvió a denominarse otra vez Imperial.



Año 1985. El mercadillo dominical de Zaragoza se ubicaba hasta mediados de los ochenta en la Plaza Juan de Lanuza, cerca del Mercado Central. Posteriormente fue trasladado a la explanada de aparcamientos del campo de fútbol, luego en el entorno de la plaza de toros, más tarde al Príncipe Felipe y finalmente a los aparcamientos cercanos a la Expo y estación de tren.


Año 1976. En los aledaños del Mercado Central, se encontraba la tienda de Francisco Vera, se vendía casi de todo: cestas de mimbre, herramientas de toda condición, aperos para el campo etc.


En la calle de Antonio Pérez, que era estrecha para el tráfico que soportaba y que complicaba el tranvía de Circunvalación, más tarde Magdalena-Mercado, se concentraban artesanos de esta clase, posadas, tiendas de comidas, y había también un almacén de azulejos y cerámicas, un viejo cuchillero, un almacén de aceites y, a la entrada, el café Colón.
Hasta hace unos años aun quedaban, como unas supervivientes increibles, pero ya muy desnaturalizadas, otras tiendas por los porches del Mercado, que surtían a oficios y gremios ya desaparecidos o muy cerca de su extinción.
Las auténticas, las dedicadas plenamente a los aparejos, a las albardas, a las trallas de recio cuero trenzadas, a los collerones, garruchas, en fin, a todos esos utensillos que la utilización de las bestias de carga, que tan importante papel desempeñaban en el transporte y en la agricultura, desaparecieron con la llegada del motor.

Las calles sin semáforos...aun. La gente invadiendo la calzada, confundidos los transeúntes con los vehículos de aquellos días. Entonces la calle era de todos, porque esos todos eran los vecinos, que iban a pie y sólo eran ellos los que daban animación a la calle.
Todo se fue transformando poco a poco, incluso aquel primer tranvia de mulas de la linea de "circunvalación" que conocieron nuestros abuelos. Entraba por la calle de Cerdán e iba a salir a la ribera, por la calle de Antonio Pérez y puerta de la Tripería.
Pasados los años y una vez llegado el "progreso" , esos dueños de la calle, es decir nosotros, nos hemos quedado sin aceras, ocupadas por los coches aparcados y hemos llegado a no poder cruzar aquellas calles sin arriesgar nuestra vida.

Muy diferente a lo que conocemos en nuestros días, aquella población estaba compuesta principalmente de artesanos y labradores, de costumbres sencillas y de un vivir placentero.



Vía Imperial, era el nombre que debería de haber llevado la enorme avenida proyectada, en lugar de la actual denominación de Avenida de Cesar Augusto. Desaparecieron las dos calles pero el Mercado Central no se tocó. Desgraciadamente "una vez más" la piqueta hizo de las suyas, y para nada.

La actual, flamante e inacabada Avenida de Cesar Augusto, no está hecha de cemento y brea sino de sensaciones, de añoranza y de recuerdos de todas aquellas familias y comerciantes que dejaron una parte de sus vidas en los escombros.

Se puede observar el cartel anunciador de la popular casa Lobez (ultramarinos) con sus deliciosos quesos e insuperables mantecas.

No obstante la memoria colectiva mantine vivo el recuerdo de algunos lugares emblemáticos de la calle Cerdán como: la tienda de Emilio Jiménez en el nº 1 y que vendía papel de cristal, cueros etc, los almacenes Forcén en el nº 2, la viuda de Abós tenía también a comienzo de los años 40 un depósito de carburo y ferretería, en los nº 11, 13 y 15, Camisería Mazón se situaba en el nº 34, el almacén de alpargatas de la viuda de Ferrer que estaba en el nº 39 ó la tienda de Angel Callizo situada en el nº 30, almacén de fruta y verdura de Vicente Pellicer en el nº 34, La Confianza en el nº 42 de dicha calle con sus tres plantas a plena dedicación, la peluquería de Simón Martínez al lado de La Confianza, y quien no recuerda las estupendas suelas ó brevas en Casa Seral. Tampoco faltaban las farmacias de Jordán o la de Enrique Auba, ó la fábrica de corses de Aurora Vigato en el nº 34....etc.

La imagen está llena de sensaciones inigualables, para los que tuvimos la suerte de callejear "tranquilamente" por aquel lugar lleno de vida y de buena gente, sirva este breve recorrido por sus aceras: en primer lugar estaba la iglesia de las Escuelas Pías, Confitería La Palma, deportes Muñoz, las panaderías de Ramos y la de Mariano Napal en el nº 25, peluquería Valero ó la de Juan Latorre al comienzo de la calle, farmacia Pelayo, calzados el siglo XX, perfumeria Pomar, cuchilleria Roche, ultramarinos La Jalonesa y la de Cuartero, pensión Palafox, el hotel Bilbaino, la armería Liso, perfumería Ruymar, almacenes Rodrigo, banco Central, la fábrica de toquillas de Rudesindo Larraz en el nº 37 o la mercería que también tuvo en el nº 19, justo al lado de la librería de Santiago Sánchez, Emilio Fernández guitarras y bandurrias en nº 44 ... y muchísimos más lugares que conformaron el vivir, el día a día de muchas familias de este entorno zaragozano.
Calle Escuelas Pías nº 63, en este lugar estuvo durante muchos años, la fábrica y tienda de boinas sombreros y gorras de Don Ramón Tello.
A nadie se le escapa que esta prenda de vestir estaba muy arraigada décadas atrás, la competencia era pues evidente.
En la calle Escuelas Pías, existían al menos tres tiendas dedicadas a la venta de sombreros: la de Santiago Marín en el nº 27, la de Juan Salvador en el nº 38, la señalada anteriormente de Don Ramón y alguna más que me dejaré, seguro. No se quedaban atrás las calles Cerdán, Las Armas o Torrenueva.

A la izquierda la iglesia parroquial de San Felipe y a continuación el palacio de los condes de Arguillo. En este palacio estuvo desde 1946 la delegación provincial de ciegos, hasta que años después, en 1985, fue reacondicionado para sede del Museo Pablo Gargallo.
Sobre la Torre Nueva, poco hay que añadir, su derribo "caciquil" hace ya casi 120 años, fue tema de apasionadas discusiones, nació torcida y no tuvieron capacidad para perdonárselo.
Aspectos más alegres que el anterior fue la entrañable tienda de juguetes y artículos de broma: La Bola Dorada, estaba situada en el nº 8 de la Plaza San Felípe. No obstante, muy cerca, en el nº 2 de la calle Candalija, estaba Casa Cardeñosa, también un entrañable establecimiento juguetero delicia de los pequeños de aquellos años.


Existía en la señalada plaza un taller artesano que fabricaba, entre otras cosas, galdufras, juego que estaba entonces muy de moda.


Esa es parte de la Zaragoza, que los que no nacimos a tiempo, tenemos que conocer mediante añoranzas evocadoras de nuestros mayores.
La vida de nuestros padres y abuelos era difícil, pero la hacía más difícil todavía la falta de muchas pequeñas cosas de cada momento, de cada día, muchas privaciones ¡demasiadas!.



Por aquellos años, hace ya más de 60, el líquido elemento era transportado desde el Ebro a la ciudad con ayuda de recipientes tan diversos como cubas, pellejos, cántaros de barro cocido o cuévanos de madera.
Existía una rampa cercana que descendía hasta la orilla del Ebro, y ésta estaba situada en un postigo que existía junto a la Puerta de la Tripería, todo ello a la altura de la plaza del Mercado, en el actual paseo Echegaray y Caballero, y lindando con el torreón de la Zuda y San Juan de los Panetes.
Se acabó aquella "cultura campesina" que ha durado siglos, y que incluso en nuestros pueblos ya no es lo que fue, todo se transforma y, de una generacion a otra, es dificil reconocer los viejos rincones y las viejas formas de vida.
Años 50. A la derecha se aprecia parte de la Iglesia de San Pablo.
La Iglesia de San Pablo en el siglo XIX.
Años 60. Aspecto que presentaba la zaragozanísima calle de Don Alfonso I por aquellos años, siempre animada y sin duda la zona comercial más importante de la época. A la izquierda se puede ver la famosa águila del centro comercial "Grandes Almacenes El Águila", ya desaparecido hace varias décadas. Con posterioridad se instaló unos metros más abajo, en la siguiente manzana, otro gran centro comercial, denominado GAY, pero, también desapareció.
Gracias Victor, por tantos recuerdos como me has traido de estas entrañables calles que NUNCA debieron tirarse, motor de nuestro Casco historico y que tanto añoramos, esa desidia por lo nuestro, ese tirar esas dos calles han matado el sector, antes pujante y hoy muerto
ResponderEliminarQue Dios no perdone nunca a todos los implicados, comerciantes, alcaldes, arquitectos, ladrilleros, especuladores y todos los que se lucraron de esa salvajada mientras este barrio lo han dejado morrir
Un saludo
Una vez mas me dejas impresionada. Es cierto que siempre hay que intentar mejorar, pero las grandes cagadas que se ha ido haciendo en Zaragoza y la insistencia en convertir a una ciudad en cosmopolita hacen que perdamos maravillas artisticas y costumbres.
ResponderEliminarSí, aún quedan, supongo que seran las mismas tiendas que las que hablas, en la avenida cesaraugusta al lado del Mercado Central, una tienda de boinas, otra de dulces y alimentacion, que siempre me fijo porque aún tienen la tipica balanza de antes y una peluqueria pero no estoy segura. El pequeño catalan nada que ver con lo que era. A lo mejor si acertaron en reformar la Calle Conde de Aranda porque daba autentica penica, aun con todo aquella zona es lamentable junto con la zona de predicadores, san pablo y casta alvarez.
Pero y que mania con demoler lo que estorba solo para ganar unas elecciones. Nunca hubiera derribado aquel bloque entre donde estaba el Hispano. Tampoco hubiera derruido bajo ningun concepto la Torrenueva, tambien nacio torcida la torre de la iglesia de San Juan de los panetes (si no recuerdo mal), y nadie dijo de tirarla. Como tambien la torre de San Martin y ahí sigue.
Nunca hubiera modificado la Calle Alfonso, aunque tampoco digo que estuviera mal. Lo moderno esta dejando morir poco a poco establecimientos de toda la vida. Es increible. Tiendas como SEPU, al cual tuve la suerte de conocer por los pelos, cuando los trabajadores ya estaban medio en huelga por el cierre. Gay, que luego paso a ser Cada cual y no resistio mas y ahora nada tiene que ver, tambien estaba Zara, cuantas veces he ido a ese Zara. Pero los centros comerciales haran que las zonas centro mueran sin remedio.
Ya no hablemos de la gran cagada historica y electoril del paseo de la independencia. Para mi fue el mayor error historico y electoril que se haya podido cometer.
Comparto todo, si hace tiempo que no bajas la veras muy desconocida, cada dia una tienda que cierran y dos que no abren, que tristeza, que dolor y que rabia
ResponderEliminarHe llegado de casualidad a su página, y realmente me ha dejado impresionado tanto por las fotografías que ha ido recopilando como por la información vertida entre ellas. Mi más sincera enhorabuena.
ResponderEliminarAunque yo llegue a Zaragoza en 1979,tuve la suerte de conocer todas esas calles del centro pues vivi en Conde Aranda y trabaje en Predicadores 67,antigua Farmacia Villaumbrosia,Q.E.P.D,y ya por entonces empezaba a marchar para atras la calle Predicadores.Hoy en dia no se como estara pues ya hace muchisimo tiempo que falto pero la ultima vez que pase por la capital me dio la impresion de que ya no la conocia con tanto cambio.Y es que Zaragoza era tan bonita,era un pueblo grande donde casi todos nos conociamos,pena que eso ya se haya perdido.
ResponderEliminarEstupendo post para un amante del patrimonio, la arqueología urbana y esta terrible y destructora ciudad. Un placer encontrar tu blog y poder tan bellas imágenes. Me encontraras en www.antoniosaz.blogspot.com, suelo hacer reportajes sobre comercios perdidos y arqueología urbana e industrial, además de otras muchas cosas menos de tu estilo, je, enhorabuena por la sensibilidad y la documentación
ResponderEliminarEXTRAORDINARIO REPORTAJE, LO HE LEIDO TODO, PERO NO PERDONO QUE OS OLVIDASEIS DE UN ESTABLECIMIENTO CELEBRE, ERA JUAN GARCIA Y HERMANO, QUE ESTABA EN CERDAN 37 Y ESCUELAS PIAS 48, DABA A LAS DOS CALLES, APARTE DE VENDER MUCHISIMO, TAMBIEN LOS ZARAGOZANOS LA UTILIZABAN DE PASAJE, PARA NO DAR LA VUELTA A LA MANZANA, TAMBIEN EN AQUELLA EPOCA EXISTIAN LOS CARADURAS.
ResponderEliminarMe ha hecho retroceder a mi infancia. Cuantos recuerdos y que bonitas imágenes de nuestra querida Zaragoza
ResponderEliminarGracias, mací en la Plaza Lanuza 19, y mi familia vivia en S. Blas, y la calle La Golondrina(D.Pedro Dosset), que maravillosos recuerdos.
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